
El pequeño hombrecillo salio a matar, era ingrato por naturaleza y llevaba en su sangre miles y miles de heridas que le gritaban "venganza" pero que habian sido hechas por otro de su misma especie.
El hombrecillo tenia los ojos rojos, las uñas largas y los dientes bien afilados.
El hombrecillo detestaba ver las mañanas cansadas del frio, cansadas de los pajaros que cantan felicidades inexistentes y de que todo eso, incluso de que la vida fuera una de esas ilusions estupidas inventadas por la raza humana. Quiza era por eso que sus ojos eran de vidrio y que sus pasatiempos eran tan pateticos como la taxidermia y la coleccion de objetos funebres. Renegaba de estar vivo, de tener que ver las cosas mas tontas que hacen los humanos los domingos por la tarde, pero mas que nada renegaba de que aun no legalizaban el aborto.
¿Has metido al odio en alguna botella sucia?
Seguro que no, pero trata y veras que el mundo es tan debil que puedes hacer piñatas con ansias.
El pequeño hombrecillo busca ratas para disecar, aunque el quisiera que las leyes le pemitieran disecar humanos, pero a lo mas que podia aspirar era coleccionar fetos en frascos de cristal; y algunas veces, solo algunas veces ir a la morgue a ver cadaveres o pasar un dia completo viendo como son arrojados los cuerpos a la fosa comun.
Cuando los dias estaban soleados aquel pequeño ser solia ir a los viejos tiros de minas abandonadas para estar solo y disfrutar del olor a cieno podrido, y quiza con suerte lograria matar algun animal, alguna rata, vibora o cuervo que posteriormente serian su cena acompañados de algun vino barato.
Hay noches en las cuales lo mas tetrico es el silencio, esas noches las pasa con prostitutas de mala entraña, que al fin de cuentas al menos queda la satisfaccion de haber estado con alguien tan desgraciado, igual o mas que el. Su vida pasa en un pequeño cuarto con olor a pescado podrido donde pinta, ama y esconde sus pasiones, sus odios y sus miedos.